viernes, 29 de enero de 2010

Proyecto biblioteca virtual


Les comparto una inquietud y a la vez una inciativa, que en tiempo de crisis puede ser de gran ayuda, se trata de crear una biblioteca virtual en donde pongamos al alcance de los interesados en la temática psicoanalítica una copia de nuestro inventario de libros y películas para que si alguien tiene interés solicite una copia del libro en cuestión, si alguien quiere prestar sus ejemplares originales queda a consideración personal, creo que esta propuesta incrementaría exponencialmente nuestros acervos.

Si a alguien le interesa, les envío la copia de los ejemplares que hasta el momento llevo capturados. Solicitenlos a la dirección que aparece más abajo.

gmosanchezmx@yahoo.com

miércoles, 27 de enero de 2010

Obra freudiana en tres actos


A todos aquellos que han resignado, hasta casi la autoinmolación, sus sueños y afanes en el altar de eso que llaman ciencia, ojala que sus marcos teóricos y sus rigideces salvadoras y llenas de ISO´s reconocimientos e invaluables certificaciones los lleven a buenos puertos. Al menos tengo la certeza de que contarán con suficientes recursos oficiales para sus “invaluables” investigaciones.




Es indicio de una mente educada contentarse con el grado de precisión que admite la naturaleza del asunto, y no buscar exactitud cuando sólo es posible una aproximación.

Aristóteles



En algunas discusiones a las que he asistido a lo largo de los años acerca de los requisitos o lo necesario y/o deseable para devenir “analista” he oído posiciones tales como que lo indispensable para tal formación sería poder contar con el sentido diagnóstico y objetividad del médico, otros defienden algo que llaman la visión desprejuiciada del psicólogo, unos más la mirada profunda del filósofo y así, se enumera y defiende aquello que el mismo Freud recomendó de una manera muy sencilla: Una vasta cultura.

Podemos abreviar esa discusión repasando la biografía de Freud de Ernest Jones, sobretodo cuando narra un día en la vida del maestro (1), o en los prólogos a sus textos escritos por James Strachey en la edición de Amorrortu de las obras completas freudianas en castellano, en donde se podrá constatar cómo vivía Freud y cómo construyó su obra; pudiendo encontrarse que por lo regular Freud escribía de noche, después de una ardua jornada clínica.

O sea, su obra teórica fue producto de su trabajo clínico. Claro que su cultura era amplia y su formación médica y otros etcéteras lo ayudaron pero fundamentalmente Freud vertía en sus escritos las reflexiones de su quehacer clínico diario.

Recuerdo una frase que leía cada quince días que pasaba por el túnel de la ciencia en la estación del metro “La Raza” en el DF: “La ciencia entera no es más que un refinamiento de lo que pensamos todos los días” atribuida a Albert Einstein, siempre he pensado que hay una fuerte conexión entra esta idea y la forma de trabajo de Freud.

Podríamos imaginar así, a un Freud transitando por un puente que lo llevó a lo largo de su vida entre sus trabajo clínico diario a la reflexión y producción de la obra que dejó.

Algunas ideas acerca del desarrollo de las obra freudiana la podemos construir hoy a la distancia de esta manera:


1er acto.- El seductor encanto del inconciente

Freud se topa duro y de frente con la existencia del inconciente: Francia, Charcot, la histeria, la hipnosis. El digerir esa experiencia, rehusándose a desfallecer ante su formación médica y comenzar así la construcción de lo que sería su teoría; tiempo de síntomas, sexualidad, lapsus, sueños, etc. maravillándose con todo eso que le salía al paso. Adrenalina que no cesaba por varios años hasta que tuvo que detenerse y reconocer que había algo mas, algo que amenazaba desde su misma obra parte de lo ya alcanzado, había un más allá…

2do. Acto. Más allá del principio del placer:

1920 era un año en donde Freud ya contaba con una primer visión, una tópica bastante conocida y aceptada; sus sueños, su chiste, sus ensayos de la teoría sexual, todas esas obras, para bien o para mal ya habían calado en la cultura y ahora debía reconocer que había un más allá que contradecía en parte lo anterior.

Esto nuevo, descubierto por Freud generaba un rechazo entre sus mismos seguidores, algunos definitivamente no lo siguieron: “Pulsión de muerte” tendencia mortal, ¿qué era eso que se expresaba como una incesante repetición pareciendo contradecir el placer de cesar la estimulación? ¿Era una fantasía o puro pesimismo?

Otros analistas como Lacan encontraran en esa enseñanza aquello que se conocería más tarde como el concepto de goce.

3er acto. En proceso.

Escribiéndose con las actuales tendencias, corrientes teóricas y prácticas analíticas en el mundo. La historia de este tercer acto se construye, habría que sumarnos a ella.


Psic. Guillermo Sánchez Cortés
gmosanchezmx@yahoo.com

http://monterrey-psicoanalitico.blogspot.com/

(1) Jones, E. Vida y obra de Sigmund Freud, TII, Ed. Horme, Argentina 1981, p.402

domingo, 17 de enero de 2010

Freud en Monterrey Versiones y omisiones en la historia del psicoanálisis en Monterrey

Psic. Guillermo Sánchez Cortés
Monterrey, Enero de 2010



“Fue un análisis largo, de cinco veces por semana del cual yo recuerdo haber recibido no más de cinco interpretaciones de mi analista.
Era muy peculiar porque yo sabía cuándo mi analista me estaba escuchando
y cuándo me entendía. Era un hombre que lo dejaba a uno trabajar solo y de
esa experiencia yo saqué dos ideas: la primera es que efectivamente el análisis
en el que más trabaja el analizando es el mejor, desde mi punto de vista…..”

“Rafael Barajas” 1



Este escrito tiene como objetivo comentar algunas referencias que he encontrado respecto a la práctica del psicoanálisis en Monterrey: fechas, lugares, personas y circunstancias; algunas me eran desconocidas, otras las había escuchado al paso sin mayor detalle, pero de igual manera me brindaron algunos elementos para entender en parte el estado actual del psicoanálisis en estas tierras.

“La historia del psicoanálisis regiomontano no está escrita”2 con esas palabras inicia el Dr. Rubén Hinojosa Martínez, Psicoanalista titular, didáctico y vitalicio de la Asociación Regiomontana de Psicoanálisis, (como él mismo se presenta), un texto que nos brinda algunos datos, vivencias e información sobre la trayectoria del psicoanálisis por estas tierras. En este trabajo el Dr. Hinojosa solamente manifiesta, evidentemente, lo que él estima es la historia del psicoanálisis regiomontano, aunque sin mucha dificultad uno puede encontrar que hay otras voces y otras historias, incluso anteriores a la suya.

Entre esas otras voces, tenemos la del Dr. Rafael Barajas, psicoanalista formado en Francia y mencionado en el epígrafe, quien nos recuerda que con su arribo a Monterrey poco después de su llegada de Francia, allá por los años cincuenta del siglo pasado contribuyó al impulso de la práctica fundada por Freud hace ya más de un siglo.

Igualmente hay que mencionar que el psicoanálisis, o al menos el interés por las teorías freudianas y de otros psicoanalistas han sido motivo de estudio en diversas instituciones y universidades locales desde hace varias décadas.

Entrando en materia y resaltando algo que me dio curiosidad y que en cierta medida fue lo que me impulsó a realizar estas líneas es que en los casos de Rafael Barajas y de Rubén Hinojosa, uno no puede menos que pensar que por los años señalados, existen o existieron personas que los conocieron a ambos, e incluso es muy probable que ellos mismos se hayan conocido entre si, pero el caso es que ninguno nombra al otro en las narraciones consultadas.

Rafael Barajas, conserva, según la información de la página de Internet de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, (APM), el carácter de miembro vitalicio y didacta en dicha agrupación 3, Rubén Hinojosa, falleció el año 2001.

Barajas, como ya se mencionó, señala que llegó a esta ciudad en 1954 procedente de Francia, gracias a la invitación que recibiera en aquel país de parte de un gastroenterólogo mexicano llamado Roger García y que tras hacer una breve escala en el Distrito Federal permaneció en Monterrey durante cuatro años y medio, hasta mediados de 1958.

Por esos mismos años, de 1954 a 1956, según narra, la Dra. Nora A. Hinojosa Ayala, hija del Dr. Rubén Hinojosa 4, su padre fue el primer director médico del manicomio del estado y en 1956 creó y dirigió la “Clínica Valle”, centro de carácter privado destinado a dar atención a pacientes psiquiátricos en internamiento y, aunque no se precisa, se entiende además que en 1957 o poco tiempo después su padre se trasladó a la capital del país donde permaneció hasta 1964, realizando sus estudios de formación como psicoanalista en la APM.


Repito que es difícil creer que el Dr. Barajas, quien nos comparte que durante su estancia en Francia conoció a la Princesa Marie Bonaparte y además menciona que en su proceso de formación acudió a un seminario con Lacan, no sea mencionado como alguien que promovió la realización del primer seminario de Psicoanálisis que impartiera en Monterrey el Dr. Avelino González y que tampoco se resalten sus gestiones para la impartición del primer curso sobre técnica psicoanalítica realizado por Sacha Nacht aquí mismo.

Creo que esa forma de no reconocer el trabajo de otros, esa omisión, nos habla de la soberbia que campea muy a menudo en las instituciones psicoanalíticas, y en eso Monterrey no es la excepción. Que el Dr. Hinojosa haya preferido desplazarse al DF, a la sede de la APM a realizar su proceso de formación es respetable, pero al menos uno puede suponer que ese interés pudo haber sido suscitado por Barajas y su actividad.

La Asociación Regiomontana de Psicoanálisis A.C. (ARPAC) en su portal de Internet en el apartado dedicado a la historia, resuelve el problema de los inicios del psicoanálisis en esta ciudad haciendo una mención de manera general y simple de esa época:

“La práctica del psicoanálisis en Monterrey dio inició durante la década de los años cincuenta cuando psicoanalistas de la ciudad de México llegaron a la ciudad y profesionistas locales interesados en el psicoanálisis acudieron a la capital del país para recibir instrucción psicoanalítica y a tomar tratamiento analítico”5.

Ahora bien ¿qué significaría hacer la historia del psicoanálisis regiomontano? Acaso ese objetivo se cumpliría solamente con fijar algunas fechas, recordar nombres, establecer lugares, circunstancias y evocar la formación y desarrollo de instituciones. Sin duda, esa es una manera de hacer lo que se conoce como la historiografía; otra manera de entender el estado actual de la práctica analítica es tratar de ver cómo se concebía al psicoanálisis en esos inicios, las legitimaciones institucionales o académicas que se enarbolaban y sus implicaciones, revisando de paso las posiciones teóricas que se esgrimían en lo que constituyó el arranque de este proceso; un tercer camino sería el de contentarnos con ver la situación actual de la práctica psicoanalítica regiomontana y reflexionar en el posible camino que nos trajo hasta nuestros días.

Empezaré por cuestionar a nuestros referentes ya mencionados, ¿Qué entendían ellos por psicoanálisis? El epígrafe de Rafael Barajas nos da una idea al respecto del cómo debe ser desde su perspectiva un psicoanálisis, en donde resalta además del número de sesiones, ese “poco hablar interpretativo” de parte del analista, donde además queda sugerido el respeto a la asociación libre de ideas, que hay que remarcarlo sigue siendo la única regla en psicoanálisis. Hinojosa, según se refleja en los documentos mencionados y en otros del Instituto de Psicoterapia fundado por él, nos describe una versión diferente de la práctica analítica, en ella se defiende a capa y espada la necesidad de contar con un “título” que avale el grado de Psicoanalista 6 y en donde además se manifiesta el peso y la importancia de una formación psiquiátrica, también puede intuirse la relevancia que se le pone al “entrenamiento” vigilado o supervisado del formando, algo sin duda muy parecido a lo que sucede en las especialidades médicas, por mi parte sostengo que es la atención libremente flotante de parte del analista, obtenida en la experiencia de su análisis lo que posibilitará un psicoanálisis.

Lo último me trae a la mente la frase de algunas personas que defienden la llamada “Psicoterapia psicoanaliticamente orientada” y la explicación y defensa de ese termino al aclarar que lo “orientado” se refiere a cierto uso que realizan o se dispensan de la teoría analítica en su trabajo pero sin la necesidad de respetar la asociación libre de ideas, esto,según sus argumentos, en aras de la necesidad de “apresurar el trabajo” y los resultados, por lo que se dan a la tarea de sugerir temáticas o abordar y establecer objetivos a alcanzar, olvidando que el “furor curandis” había sido ya advertido o que el psicoanálisis en sí cura por añadidura, respetando el único objetivo que es: analizar. Sin ahondar en las repercusiones ni la concepción del concepto de cura y otros aspectos, puedo decir que hay quienes se inscriben en esta práctica por considerar que no cuentan con las credenciales suficientes para nombrarse psicoanalistas.

Hay otras fuentes de los primeros pasos del psicoanálisis en México y específicamente en algunas de estas se incluye también información importante respecto a lo que sucedió en nuestra ciudad; tal es el caso de las entrevistas realizadas por Rodolfo Álvarez al Dr. Teofilo de la Garza.

En cuanto a las fechas, es difícil aceptar que no se hayan entrecruzado los caminos de estos médicos en una ciudad como Monterrey que en los años cincuentas contaba con cerca de cuatrocientos mil habitantes y en donde la práctica médica, a la que se ligó ese primer psicoanálisis, era digamos compacta y se concentraba en torno al Hospital Universitario, el IMSS y algunos hospitales privados. Estoy convencido que era imposible el desconocimiento entre ambos.


Igualmente importante al hecho de conocer qué entendían por Psicoanálisis Barajas e Hinojosa y las acciones que realizaron para que esta práctica encontrara arraigo en Monterrey, es saber hasta dónde se lograron consolidar algunas de esas influencias; o sea de qué forma se marcó una lógica o una práctica del psicoanálisis durante todo este tiempo y saber si esto continúa así hasta nuestros días.

Todo apunta a que los primeros esfuerzos de los Drs. Barajas e Hinojosa cristalizaron o contribuyeron en la formación de ARPAC, esto sin dejar de lado la creación de un grupo formado por “...diversos profesionistas relacionados con el psicoanálisis se unieron y formaron un grupo de enseñanza. Así nació el Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Monterrey, GEPM, que solicitó a la IPA su supervisión con el fin de ser avalados por esta asociación. Este reconocimiento se dio en 1977 durante el Congreso Psicoanalítico Internacional celebrado en Israel”7 Evidentemente en ese grupo de profesionistas relacionados con el psicoanálisis se encuentran personajes que tuvieron algún contacto con Rafael Barajas y también se nombra entre ellos al Dr. Rubén Hinojosa.

Por lo que hace al Instituto de Psicoterapia hay una fuerte intención en brindar atención a la población de escasos recursos para lo cual se plantea todo un manual de funcionamiento en donde se puede observar la visión de una Psicoterapia dinámica o de psiquiatría dinámica que se puede suponer son equivalentes para ese instituto a la idea de práctica psicoanalítica.


¿Cuál es la presencia del Psicoanálisis en Monterrey?

Pudiera parecer ocioso hacerse esta pregunta, porque deberíamos suponer una presencia sólida, considerando el hecho de que son pocas las ciudades como Monterrey que, sin ser la capital de un país, puedan jactarse de contar con una institución reconocida por la IPA, (Asociación Internacional de Psicoanálisis), porque así es, esta ciudad es la única ciudad del país que puede presumir el reconocimiento otorgado por la agrupación fundada por Freud a la Asociación Regiomontana de Psicoanálisis (ARPAC), claro está sin dejar de reconocer la presencia de otras agrupaciones que funcionan en relación a alguna escuela o teoría psicoanalítica distinta.

¿Esta presencia, oficial e independiente, asegura que en Monterrey se cuenta con una práctica psicoanalítica? O debemos contentarnos con admitir que hay quienes acuden a un psicoanalista y punto, de que esa persona esté en análisis es otra cosa muy difícil de aseverar.

¿Quién analiza hoy día en esta ciudad? ¿Cómo es el psicoanálisis que se practica? Y ¿Esa persona que asegura ser psicoanalista lo hace porque alguna institución lo reconoce o porque simplemente hay analista en su consulta? Si no existe para nadie esa certeza entonces deberíamos regresar a una pregunta más básica: ¿Qué hace a un psicoanalista? ¿Cómo se logra eso?, la formula freudiana o el llamado también trípode de la formación del psicoanalista consiste en el análisis propio (con fines didácticos), la formación teórica y la práctica supervisada 8. Lamentablemente estos tres componentes pueden ser puestos en duda en su eficacia y en su certidumbre en muchos casos. No cabe duda que una primera conclusión en esto puede ser que de la certeza del analista no hay garantías.


Ahora bien, indudablemente cuando uno termina un análisis, en calidad de paciente, algo cambia, incluso antes de terminar los replanteamientos de ideas y en ocasiones la clarificación de dudas, conflictos y confusiones se dan de manera regular, el poder de la palabra que viene del otro y el de escuchar la propia es incuestionable desde hace muchísimo tiempo. Durante el análisis la persona habla, en ocasiones mucho, y también por lo general las veces en que su analista lo hace son menos y encima de todo no siempre “se escucha” por ambas partes lo que ahí se dice. Al respecto hay un trabajo muy recomendable de Daniel Gerber que rescata de manera brillante esta cuestión del silencio del analista 9.

Aunque es raro encontrar en la actualidad un análisis de cinco sesiones por semana, los análisis actuales con menor número de sesiones y a veces más espaciadas, igual terminan por modificar algo, eso lo sabemos los que aceptamos los cuestionamientos y modificaciones al llamado “encuadre clásico”, cuestión que para otros sigue siendo inamovible.

Hace algunos años un psicoanalista de la APM, responsable de la biblioteca de esa institución, durante un evento en Aguascalientes me daba su punto de vista al hablar sobre eso del encuadre: “Ustedes, (refiriéndose a los que no pertenecíamos a la APM), con sesiones una vez a la semana no logran alcanzar la regresión que se requiere para lograr algo en el paciente”.

Este punto del encuadre, sesiones, honorarios, vacaciones, etc. resulta muy importante en las discusiones y argumentos de los que se reclaman auténticos freudianos para descalificar a otros que con otras denominaciones y con una visión distinta de esas rigideces se consideran también verdaderos practicantes de las ideas de Freud. Igual hay que reconocer que existe mucho alegato y variedad de opiniones respecto a lo que sería el final de análisis, la cura, etc.

Siguiendo en el camino de hacerse de una idea del recorrido que ha seguido el psicoanálisis en Monterrey, pudiera recurrirse a la pregunta sobre ¿Quién analizó a los que se dicen analistas en esta ciudad? , uno de los tres pilares del trípode freudiano. En este sentido no hay mucho que decir, por razones obvias, los psicoanalistas en Monterrey no hablan mucho de eso; al respecto se conocen algunas anécdotas e historias que si bien es cierto inundan en la bibliografía biográfica de los grandes exponentes, sería imposible intentar conocer en la localidad. Al respecto solamente puede apuntarse que ese aspecto agrupa y aglutina en verdaderos bandos descalificantes entre si a los pacientes de algunos analistas, hago mención sobretodo a divertidos choques ocurridos frente a sus maestros en alguna conferencia.

La conclusión a esta interrogante me lleva a aceptar que en Monterrey cada quien decide “autorizarse a si mismo” parafraseando casi hasta el sarcasmo y llevando hasta límites riesgosos a Lacan en eso de autonombrarse analista.

Como quiera que sea, las respuestas no serían muchas y bajo ellas pueden colarse todos los que quieran justificar o autorizarse a analizar: “Por su práctica hablara su análisis”.

No tengo dudas de que uno no puede colgar como constancia de analista un diploma o un certificado de análisis terminado, documento por cierto, este último que nadie expide. Y aunque nadie expide semejante diploma, quiero compartir una anécdota que viví en la capital del país, allá por 1987 mientras estudiaba en el CPM; resulta que por requisitos institucionales, se debía comprobar la asistencia a análisis al iniciar el tercer semestre, preferentemente con un analista recomendado o seleccionado de una lista avalada por la institución; tristes recuerdos sin duda, hasta vergonzosos diría ahora, pero en ese momento sin mayores elementos yo simplemente consideraba que esa imposición significaba una contradicción, se repetían los criterios discriminatorios y autoritarios que nos contaban imponía la APM.

En la institución donde continué más tarde mi proceso de formación teórica, CEPSIMAC, se llegó al exceso de pedir una carta firmada por el analista con el que uno acudiera, en donde se hiciera constar que uno era su paciente, en ese caso al menos no había que elegir al analista de ninguna lista; en lo personal recuerdo que me burlaba de ese requisito diciéndoles que me iba a tomar una fotografía entrando al consultorio de mi analista y nada más, en ese caso como en el anterior la solicitud de parte de las instituciones no prospero, pero en el caso de la APM abundan los testimonios de que eso era una ley a seguir.

En varias ciudades he encontrado a quienes sostienen que se debe contar con un certificado de posgrado para ser analista; algunos incluso sostienen que se debe ser médico o psiquiatra o tener una maestría si se es psicólogo para iniciar el proceso de formación, eso sin contar otros lugares donde se afirma, como con voz divina, la obligación de incluir en la tira de materias en sus programas académicos cosas tan descabelladas como las pruebas proyectivas u otros requisitos de ese tipo. Al final en varios casos se extienden “diplomas y certificaciones” de dudoso valor académico para asegurar que el egresado tiene conocimiento pleno de lo que enseña, creo que la transmisión de un concepto no pasa tanto por la erudición sino más por la vivencia, pero igual volveríamos a lo mismo en lo referente a los estudios.

Como mencionaba, he leído las entrevistas realizadas al Dr. Teofilo de la Garza por Rodolfo Álvarez 10, en ellas se aborda la trayectoria del Dr. De la Garza y los momentos que tuvo que vivir para formarse como psicoanalista; también en esa entrevistas habla de su papel en la creación de la maestría que se imparte en la Fac. de Psicología de la UANL, todos esos comentarios nos permiten llenar algunos huecos y conocer más a detalle hechos, circunstancias y sobretodo el ambiente que se vivía en nuestra ciudad. Igualmente recomendable para entender parte del proceso de la historia del psicoanálisis en México es leer la tesis de Guadalupe Rocha 11. En estos y otros documentos hay versiones y omisiones de hechos; algunos aportan datos nuevos, incluso hay que reconocer que hay ciertos datos, nombres y fechas que aparecen de manera constante y coincidente.

No me queda la duda de que entre los grupos existentes en el fondo hay siempre varias cuestiones en pugna que se repiten: el dinero es una de ellas, el reconocimiento y el prestigio otra, pero sobretodo puedo sentir que todos se preocupan por dejar muy en claro que su posición es la más cercana a la del padre del psicoanálisis, la que menos altera el sentido de su obra, en eso caemos en todos los casos en algo innegociable.

Siempre me queda la impresión que se arroja al olvido la famosa frase de Freud cuando decía: “Hace años me preguntaron cómo podría uno hacerse analista, y respondí: «Mediante el análisis de sus propios sueños»" 12, tal vez asumir esta simple recomendación evitaría tantos falsos debates.

Creo que el psicoanálisis en Monterrey, y en México en general, está enfermo de no cuestionar su hacer cotidiano y que el rezago en la transmisión de sus ideas elementales de manera desmitificadora en las universidades abre espacios a nuevas alternativas terapéuticas que ofertan muchas veces conceptos del psicoanálisis con otras palabras y aunado a todo eso podría sumar cierta demanda de una sociedad ávida de resultados inmediatos que ha creado un círculo vicioso que condena a que el psicoanálisis vaya desapareciendo de las curriculas.

En mi caso particular, a finales de 1986, al conocer la apertura de una nueva generación para interesados a formarse como psicoanalistas por parte del Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM) en la ciudad de México y a sugerencia expresa del Dr. David Ayala, quien en ese entonces impartía clases y seminarios en la UANL decidí trasladarme a la capital del país con la intención de realizar mi formación como psicoanalista. El Círculo Psicoanalítico Mexicano no imponía la condición de ser médico para acceder al programa de formación, eso era altamente alentador y difícilmente podría dejar escapar esa tentadora opción.

De Monterrey en ese grupo o generación que inicio en enero de 1987, estábamos Fernando Corona, egresado de la UANL y yo de la UR. Recuerdo en una ocasión, recién iniciadas las clases, platicaba con entusiasmo con Fernando pero a la vez con un dejo de añoranza sobre nuestro cambio de residencia, coincidíamos que nos hubiera gustado que el CPM tuviera un grupo en Monterrey; nunca nos enteramos, ni siquiera durante el proceso de selección, que consistía en tres entrevistas, que en Monterrey se llevara a cabo la preparación de una generación de psicoanalistas; el mismo David Ayala que impartía análisis y seminarios a maestros y alumnos de la Fac. de Psicología de la UANL nos motivaba al viaje, seguramente él nos hubiera avisado de la opción de permanecer acá. Para nosotros el Dr. Ayala fue una especie de padrino a nuestra llegada al Círculo.

Ese precisamente fue el motivo para trasladarse a vivir al Distrito Federal, por supuesto que hubiera sido más cómodo estudiar y formarse en Monterrey y conservar así los empleos o los apoyos familiares que mucho nos hubieran ayudado en los gastos que un proceso así implica. Hay quienes no renunciaron a eso y hoy cuentan con un reconocimiento de parte del CPM, amén de su trabajo en la UANL.

A finales de 1986 cuando realicé mi solicitud para ingresar al CPM me dieron el nombre de los analistas con los que debía entrevistarme, era parte del trámite de ingreso realizar tres entrevistas y del resultado de las mismas dependía la aceptación, en mi caso me tocó encontrarme con Jaime de León, Ana María Rocabert y con Margarita Flores, hasta donde sé fui aceptado mayoritariamente, no se daban más datos, ni yo pregunté mas, los seminarios iniciaron en enero de 1987 y el primer semestre curse la materia “Freud” con José Perrés; Etología y Psicoanálisis con Pablo España y sexualidad con Lore Aresti; el primer seminario lo tomábamos en el consultorio del Dr. Perrés en la calle París en Coyoacán y los seminarios del Dr. España y la Dra. Aresti en la sede del Círculo, en el número 82 de la calle Odontología.

A mi regreso a Monterrey a inicios del 2006 me enteré, como comento líneas arriba, que hay un grupo que se formó acá, casi todos maestros de la Fac. de Psicología de la UANL y sé también por algunos psicólogos egresados de esa casa de estudios que se les conoce como “los viejos” o “los de la generación única”.

En mi caso tuve que interrumpir mi formación por motivos personales en 1989, pero recuerdo de mi generación en el CPM a compañeros como Eloisa Rodríguez, María Elena Barrie, Alfredo Vázquez, Arturo Vega, Telma Ríos, Juan Salinas, Sergio de la Vega, y otros a los que nos tocó estar en seminarios con docentes como José Perrés, Lore Aresti, David Ayala, Jaime León, Octavio Chamizo, etc., también nos tocó vivir los tristes días cuando sobrevino la muerte de Armando Suárez en 1988 y la formación del Instituto de Formación Armando Suárez (IFAS). Recuerdo con gusto que con Armando tuve la oportunidad de compartir en algunos Ateneos Clínicos sabatinos y en algún festejo de fin de año, cuando las instalaciones del CPM se localizaban al sur del DF., hombre agradable y de charla amena.

Posteriormente continué y concluí mi proceso de formación teórica en CEPSIMAC, institución fundada a raíz de la escisión del CPM. que se realizó tiempo después de la muerte de Armando Suárez y cuya historia puede leerse en el artículo que con ese motivo preparó Juan Diego Castillo 13.

Antes de regresar a Monterrey, viví durante más de diez años en la Cd. de Aguascalientes; allá se estableció una filial de CEPSIMAC y por lo que sé continúan impartiendo seminarios a los interesados. Igualmente en aquella ciudad del centro del país, compartí consultorio con un colega de la ELP, quien amablemente me contactó con personas de esa agrupación lacaniana en estas tierras, personas a las que he tenido oportunidad de encontrar ocasionalmente en sus eventos, ya sea en alguna conferencia o en las presentaciones de sus revistas y he sabido que han invitado en años recientes al maestro Jean Allouch; sin duda han realizado valiosas aportaciones al impulso del psicoanálisis.

Sé además de la existencia de algunas otras agrupaciones, las cuales no conozco a detalle, pero las referencias en esto llegan por diversos medios, sobretodo por los eventos que realizan; en verdad es muy poco lo que puedo decir. Igual debo reconocer que en algunos seminarios que he organizado he conocido a psicólogos que tratan de insertarse en el mundo de la práctica terapéutica, se me antoja decir que en sus casos debemos repetir a manera de máxima que será su psicoanálisis quien hablará por ellos a la hora de ejercer.

Para concluir, después de haber hecho este recuento de fechas, anécdotas propias y de otros, y de relatar historias y otros testimonios me queda la impresión de que más que en ningún otro lugar de México, en Monterrey el psicoanálisis está atado y es victima por una parte de una práctica médica que tardó mucho tiempo en reconocer la preocupación de Freud para que el psicoanálisis no acabara siendo una mucama de la psiquiatría y por otra parte de la concepción del mismo como una especie de psicología debido a su difusión al interior de las aulas universitarias, mal favor ha recibido en esta ciudad esta experiencia descubierta por Freud. Conozco muchos casos en que la carrera de Psicología, la de medicina, antropología, pedagogía, etc. son plataformas de partida adecuadas para aspirar a formarse como analistas, claro resaltando como requisito ineludible el análisis propio.

En otros países de América Latina como Argentina el psicoanálisis está inmerso en la cultura popular, se ganó un lugar; acá solamente va a análisis quién cree se trata de un tratamiento médico que le va a quitar alguna idea torturante o porque siente que está mal de sus facultades mentales, debemos reconocer que la imagen sigue muy distorsionada. Allá, en el cono sur, el grado de aceptación de la gente hacia el psicoanálisis es muy amplio, las organizaciones psicoanalíticas florecen y la producción escrita al respecto es voluminosa en comparación a lo pobre de la bibliografía psicoanalítica de nuestro país. Hay quienes aseguran que Argentina y Brasil se han convertido en capitales del psicoanálisis a nivel mundial.

No puedo más que terminar pensando que acá las cosas no se hicieron bien o que en un exceso de cuidar la práctica analítica de la competencia de los legos se hicieron muy mal.

Habrá que seguir escribiendo, trabajando y sobretodo analizando para rescatar una práctica que debe despojarse del misticismo en que ha sido envuelta y ponerla al alcance de todos, la apuesta de Freud sigue vigente hay que tomar el guante, sacudirlo y seguir.

Pienso que el Psicoanálisis debe ser tan fresco como el día, por eso cuando alguien dice frases como: “eso ya lo trabajé en mi análisis, o menciona que lo deberá trabajar en su análisis” pienso que se está condenando una sesión o todo su análisis al fracaso.


Cualquier aclaración, comentario, duda o crítica será recibida con beneplácito.

Guillermo Sánchez Cortés

gmosanchezmx@yahoo.com
…………




Citas
1.- Tomado del libro: “Los Fundadores” de Marco Antonio Dupont, Editorial: Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C. 1a edición, Entrevista realizada por: M.A. Dupont M. y José Luís Salinas F. al Dr. Rafael Barajas.
Versión encontrada en Internet en la página de la APM. principios de 2009.

2.- http://www.apm.org.mx/Dreamweaver/Publicaciones/2000/1-2/El%20Psico.%20en%20Monterrey.html

3.- http://www.apm.org.mx/Dreamweaver/Directorio/Correspondientes/ABC/Frameset%20ABC.html

4.- http://www.institutodepsicoterapia.edu.mx/wp-content/uploads/homenaje-al-dr.doc

5.- http://arpac.info/archivos/index.php/archives/18 enero 2010

6.- http://74.125.113.132/search?q=cache:OjhGxI-r8gEJ:www.ipsico.subjetivo.com/wp-content/uploads/2006/02/manual_clinica.doc+manual+de+procedimientos+y+pol%C3%ADticas+de+la+cl%C3%ADnica+Dr.+Rub%C3%A9n+Hinojosa&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=mx

7.- http://arpac.info/archivos/index.php/archives/18/comment-page-1#comment-134, Enero de 2010


8.- S. Freud, "Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad", en Obras Completas, V. 17, trad. cast. J. L. Etcheverry, Amorrortu Editores, Buenos Aires 1978, p. 169.

9.- http://www.acheronta.org/acheronta18/gerber.htm (el acceso a esta página es gratuito, solamente hay que inscribirse)

10.- http://www.cartapsi.org/mexico/teofapm.htm, 24 de octubre de 2009

11.-http://acheronta.org/acheronta14/rochatesis.htm, 24 de octubre de 2009 (el acceso a esta página es gratuito, solamente hay que inscribirse)

12.-Freud, S. O.C. Amorrortu Ed. V XII, p. 116

13.-http://www.cartapsi.org/mexico/escisio.htm enero 2010

Bibliografía

- http://www.psicologia.uanl.mx/mclinica.htm Maestría en Clínica Psicoanalítica UANL

- http://www.cartapsi.org/mexico/escisio.htm escisión en el CPM

- http://www.apm.org.mx/Dreamweaver/Publicaciones/2003/1-2/La%20Asociacion%20Psicoanalitica%20Mexicana.html

-http://www.apm.org.mx/Dreamweaver/Publicaciones/2003/1-2/Meta%20analisis%20de%20la%20productividad%20psicoanalitica.html

-González F., Notas para una historia del psicoanálisis en México en los años setenta, Psicoanálisis y Realidad, México, Siglo XXI, 1989

-Castro Roberto. Apuntes breves sobre el psicoanálisis en México. Revista Espectros del Psicoanálisis no. 4, Territorios I, 2001